El presente es un texto que nos enviaron a la página para su publicación.
La alianza del PC y el PCR con el Peronismo, materializada en la inclusión de dichos partidos en el Frente de Todos, es una realidad. Hasta Octubre (o noviembre, de haber ballotage) dichos partidos se verán en una situación que podemos denominar como “militancia colaborativa”. Miembros de dichos partidos, por obligación o por verdadera convicción, repartirán volantes, convencerán familiares, defenderán candidatxs, compararán modelos, enfrentarán trolls y, en última instancia, votarán efectivamente la fórmula F-F cuando llegue el momento de enfrentar las urnas. Esta realidad parecería ser infranqueable: a menos que de acá al 11 de agosto se produzca una ruptura violenta (a estas alturas cualquier ruptura sería inherentemente violenta), sendos partidos comunistas irán en coalición con el peronismo-kirchnerismo y nada cambiará esta realidad.
No es la intención de esta nota analizar los debates internos. Sólo nos limitaremos a decir que las opiniones que asoman de su militancia con respecto a esta alianza entre el comunismo y el peronismo van desde la completa aceptación sumisa hasta el absoluto rechazo. Sin entrar en detalles, lo que nos interesa ver acá es qué va a pasar una vez se alcance el objetivo por el cual ambos partidos (PC y PCR) se integraron a la coalición; esto es, qué pasará una vez se venza al macrismo en las urnas y el gobierno cambie de manos.
La realidad es que, de vencer a Macri en octubre o noviembre, no se estaría eliminando la presencia de esta derecha empresarial en el panorama político nacional. Retomamos nuevamente la pregunta inicial: se le gana a Macri, ¿y después?
Mucho se viene diciendo sobre la necesidad de sacar al macrismo del poder. Poco se dice, sin embargo, de la permanencia del macrismo en el escenario político. Es sabido, aunque no se diga, que el derrotado en estas elecciones no será un muerto político. Ciertamente el macrismo tiene menos chances de sobrevivir a una elección perdida que el peronismo, que por su configuración heterogénea se adapta a las circunstancias y retoma fuerzas en plazos cortísimos. La realidad es que, de vencer a Macri en octubre o noviembre, no se estaría eliminando la presencia de esta derecha empresarial en el panorama político nacional. Retomamos nuevamente la pregunta inicial: se le gana a Macri, ¿y después?
El país que se viene no va a ser fácil de gobernar ni mucho menos. Desde el trotskismo parece que se regodean en la idea de que Alberto Fernández va a continuar (por no saber o por no querer terminar) con el desastre macrista como si eso significara que los votos y la militancia popular van a enfilar sus miradas hacia el FIT (NdE: cosa que no ha ocurrido, por ejemplo, en Córdoba y abrió el camino para la crisis del PO). Pero desde el leninismo el panorama no nos resulta agradable a la vista: si efectivamente el nuevo gobierno peronista continúa a rajatabla el programa macrista (de nuevo, ya sea por no poder aplicar otro o por no querer hacerlo) nada más que desgracia le espera al comunismo argentino. El PC y el PCR pasarían a conformar una coalición de gobierno que, por H o por B, resultaría imposible defender.
Hacemos esta pregunta más desde la inocencia y con “buena leche” que con ánimos de reprocha: ¿hasta cuándo piensa el comunismo argentino mantenerse en alianza con el peronismo? El PCR, se sabe, se integró hace poco a la coalición; pero el PC desde el 2011 mantiene alianza con el kirchnerismo. Si bien algunas justificaciones para tan largo proyecto puedan llegar a ser coherentes, éstas se entienden solo en un momento y en un lugar. Ese momento y ese lugar (porque la Argentina de 2011 no es la Argentina de 2019) ya han pasado. Si antes el PC integraba el Frente para la Victoria y aún así había muchas cosas que a los militantes les hacían ruido, ¿cómo piensan los comunistas argentinos bancarse integrar la coalición de gobierno junto a Juan Manzur, junto a Sergio Massa, junto a Hugo Moyano, entre otros personajes nefastos? ¿Se puede defender una coalición de tamañas características?
Empecemos por la pregunta crucial: ¿cuál es el objetivo de la alianza? ¿Derrotar a Macri? Si ese es realmente el objetivo, los partidos comunistas deberán presentar la ruptura formal el 10 de diciembre cuando Alberto Fernández asuma la presidencia. ¿Alguien ve realmente posible que eso suceda? Lo hecho, hecho está: los comunistas argentinos, queramos o no, estan en una alianza electoral con el peronismo hasta octubre o noviembre. Pero de lo que tendrían que preocuparse es en ver hasta cuándo van a integrar esta alianza que, muy posiblemente, asuma el gobierno el 10 de diciembre.
Empecemos por la pregunta crucial: ¿cuál es el objetivo de la alianza? ¿Derrotar a Macri? Si ese es realmente el objetivo, los partidos comunistas deberán presentar la ruptura formal el 10 de diciembre cuando Alberto Fernández asuma la presidencia.
Es necesario que, puertas adentro, se planteen los objetivos, los alcances, las limitaciones y el resultado de este acompañamiento. Nadie puede volver el tiempo atrás y decidir no integrar esta alianza, y algunos ni siquiera querrían poder hacerlo. La realidad es que un futuro donde el comunismo argentino integre una coalición de gobierno junto a partidos de la derecha peronista tradicional es un escenario que a nadie con una pizca de consciencia revolucionaria le puede parecer agradable. Tampoco se está diciendo que hay que hacer como el trotskismo de decir que son todos lo mismo por mantener el sistema capitalista, pero la crítica tiene que hacer algo más que acariciar la superficie del problema. La crítica, bien hecha, no tiene por qué “hacerle el juego a la derecha”. Los comunistas argentinos se deben muchas respuestas a sí mismos. Como sociedad nos debemos un análisis profundo de la realidad argentina de los últimos 20 años y nos debemos respuestas.
¡Pero cuidado! Las respuestas a preguntas que nadie hizo no sirven sino para confirmar las voluntades de quienes toman las decisiones. Abrir el espacio de debate implica escuchar las preguntas que tienen para hacer los militantes de base. “¿Por qué? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? ¿De qué forma? ¿Con qué perspectiva?” Son preguntas que se necesitan poder responder para saber cómo va a desempeñar su rol el comunismo argentino dentro del panorama nacional de acá a los próximos años.
Y si las preguntas ya se contestaron y se vuelven a formular, se las vuelve a contestar. Si la pregunta parte desde lo más profundo de la sinceridad, debe ser respondida de la misma manera. Paulo Freire decía que negar la pregunta es negar al sujeto. ¿Con qué cara la dirigencia partidaria les niega a sus militantes el espacio para preguntar, para debatir, para dialogar sobre el futuro del partido? Desde la charla más privada hasta el Congreso más aglutinante, los espacios de intercambio tienen que permanecer presentes, y lo que es más, se tienen que fomentar.
Es necesario que se pregunten y se respondan hasta cuándo el comunismo argentino va a integrar el Frente de Todos. No porque haya nadie que diga “tenemos que irnos ya de esa coalición”, sino porque es necesario poder tener en claro el objetivo a corto plazo que va a regir sus acciones como militantes. De acá a octubre ya sabemos qué tendrán que hacer, a quién tendrán que militar y a quién hay que votar. Pero, ¿y después?
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