“VAMOS A LANZAR TRES BOMBAS A LAS MASAS: INQUIETUD, EDUCACION, ORGANIZACION”
Así comenzó su discurso y siguió:
“A estas alturas ustedes ya habrán comprendido que el socialismo no es exactamente lo que nuestros enemigos y sus empleados de prensa nos presentan. Invariablemente, una de las primeras cosas que ellos dicen es que nosotros, socialistas, queremos abolir la propiedad privada; que no admitimos el “derecho sagrado” de la propiedad. Pero, al contrario, hoy es la clase capitalista la que confisca nuestra propiedad privada. Y es precisamente por que creemos en el "derecho sagrado" sobre lo que ustedes poseen, por lo que aspiramos a que tengan todo lo que hoy se les quita. Vimos en el discurso que hizo antes el doctor Aveling cómo toda la riqueza, todo lo que hoy llamamos capital se produce a partir del trabajo de ustedes. Vemos como, a través del trabajo no remunerado del pueblo una pequeña clase se vuelve cada vez mas rica y como queremos poner un punto y final a eso, aboliendo toda la propiedad privada sobre las tierras, fábricas, minas, redes ferroviarias, etc.; en pocas palabras, de todos los medios de producción y distribución. Pero eso no quiere decir abolir la propiedad privada, eso significa dar la propiedad a los millones y millares que hoy no tienen ninguna, los capitalistas abolieron la "propiedad privada" de la clase trabajadora y nosotros pretendemos que les sea devuelta, sólo eso. Entonces, todos los hombres tendrán el derecho a la "propiedad privada", pues, todos los hombres pertenecerán a una sola clase, la clase de los productores.
“Le han dicho a ustedes que los socialistas no quieren ni ley ni orden. Realmente nosotros no queremos lo que hoy en día dicen que es orden, pues el orden de hoy, es desorden. La anarquía prevalece por doquier. Encontramos hombres millonarios, y hombres que mueren de hambre; mujeres que poseen millones y millones de mujeres que tienen que escoger entre el hambre o la prostitución. Para nosotros, eso no puede ser llamado orden: no nos parece orden que un hombre trabaje diez, once, doce, catorce o incluso mas horas por día y, al final de su vida, no tenga nada No nos parece que sea “orden” que las mujeres tengan que prostituirse. No nos parece que exista “orden” cuando por un lado existen fábricas y depósitos abarrotados con superproducción y, por otro, millares y millares de personas que necesitan de esos mismos artículos que se pudren en las tiendas. Todo esto es desorden, y queremos acabar con eso, y en su lugar instaurar un orden verdadero.
“Ahora, con respecto a la ley, nosotros queremos ley; pero que sea justa, y justa para todos los hombres y mujeres. Y aquellos que gritan que no tenemos ley, ¿respetan las suyas propias por casualidad? No, ellos las desobedecen, incluso esas malas leyes. Leyes hechas por una clase en su propio interés, son desobedecidas por los hombres que las hicieron.”
(Extraído del libro “Eleanor Marx, hija de Karl”, Ediciones Txalaparta pp.75-76.)
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