Hace pocos días, Robert C. O’Brien, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, hizo las siguientes declaraciones respecto a China y su Partido Comunista:
"Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente Trump, finalmente se ha dado cuenta de la amenaza que representan las acciones del Partido Comunista Chino y la amenaza que representan para nuestra forma de vida. Durante décadas, la sabiduría convencional en los partidos políticos de EEUU, la comunidad empresarial,la academia y los medios de comunicación, han sostenido que era solo cuestión de tiempo para que China se volviera más liberal, primero económicamente y luego políticamente. Cuanto más abriéramos nuestros mercados a China, se pensaba, cuanto más invertíamos capital en China, mientras más entrenáramos a burócratas, científicos, ingenieros e incluso oficiales militares de la RPC, China se volvería cada vez más como nosotros.
(...) A medida que China se hizo más rica y más fuerte, creíamos que el Partido Comunista Chino se liberalizaría para satisfacer las crecientes aspiraciones democráticas de su pueblo. Esta fue una idea audaz y esencialmente estadounidense, nacida de nuestro optimismo innato y de la experiencia de nuestro triunfo sobre el comunismo soviético. Desafortunadamente, resultó ser muy ingenuo.
No podríamos haber estado más equivocados, y este error de cálculo es el mayor fracaso de la política exterior estadounidense desde la década de 1930. ¿Cómo cometimos tal error? ¿Cómo fallamos en entender la naturaleza del Partido Comunista Chino?
La respuesta es simple: porque no prestamos atención a la ideología del PCCh. En lugar de escuchar lo que los líderes del PCCh decían y leer lo que escribieron en sus documentos claves, cerramos nuestros oídos y nuestros ojos. Creíamos lo que queríamos creer: que los miembros del Partido eran comunistas solo de nombre.
Seamos claros, el Partido Comunista Chino es una organización marxista-leninista. El secretario general del partido, Xi Jinping, se ve a sí mismo como el sucesor de Josef Stalin. De hecho, como ha señalado el periodista y ex funcionario del gobierno australiano John Garnaut, el Partido Comunista Chino es el último "partido comunista gobernante que nunca se separó de Stalin, con la excepción parcial de Corea del Norte".
Bueno, un poquito tarde para darse cuenta o no? Como dijo el querido camarada Jiang Zemin: "Ustedes son demasiado jóvenes, demasiado simples, a veces ingenuos".
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