Era 1944 y una columna de la Wehrmacht partía desde Toulouse a París. Un grupo de guerrilleros españoles, asesorados por francotiradores y partisanos franceses, tenía la orden de cortarles el paso a los nazis.
La mayoría de los guerrilleros se colocaron cerca de un castillo desde donde la visibilidad era óptima, otros colocaban dinamita en los puentes de acceso de tal manera que cortarían el paso y dejarían a los alemanes encerrados por ambos lados. Sobre las tres de la tarde se avistaron los primeros alemanes acercándose en motocicleta, detrás hasta sesenta camiones, tres cañones y cinco blindados. Hasta 1.500 soldados se contabilizaron en total.
El plan resultó a la perfección, y al encontrarse los alemanes entre ambos puentes, estos fueron volados en pedazos, dejando atrapados al ejército nazi. La ubicación estratégica que adoptaron los guerrilleros siguiendo las instrucciones de los partisanos franceses permitió confundir al ejército alemán, el cual creyó en todo momento estar superado numéricamente, cuando la realidad era totalmente inversa.
Tras horas de batalla, con un refuerzo de la resistencia francesa y algunos aviones ingleses de apoyo, los alemanes se rindieron. De esta forma más de 600 soldados alemanes se convirtieron en prisioneros en manos de una treintena de guerrilleros españoles.
Historias de la Segunda Guerra Mundial que no suelen aparecer en las pelis de Hollywood: el importantísimo papel que jugaron las guerrillas comunistas y de izquierda para vencer al enemigo fascista en Europa.
Comments